Uno de los factores de éxito de la franquicia El Conjuro es sin duda el carácter «basado en hechos reales» de los carteles y avances que deja a los espectadores con curiosidad. “¿Eso realmente pasó?”, “¿Existe la muñeca Annabelle?” La respuesta es sí… tal vez.
Las tres películas de El Conjuro están basadas en casos documentados por la pareja de demonólogos Ed y Lorraine Warren, quienes se hicieron muy conocidos por investigar casos con gran repercusión mediática, como el de la casa Amityville. Ambos ya fallecieron por vejez.
Tienen fotografías, objetos, grabaciones y videos de los casos y fantasmas que investigaron, materiales que sirvieron de inspiración para El Conjuro e incluso crearon el primer y único Museo de Ocultismo. Fantástico incluso hizo una historia sobre el lugar y entrevistó a Lorraine Warren en 2013.
Ahora bien, depende del lector decidir si los casos realmente ocurrieron con presencias sobrenaturales, ya que no es posible probar ni refutar completamente estas historias.
Annabelle existe y es algo linda.
La muñeca Annabelle existe y se encuentra en el museo Warren de Connecticut, Estados Unidos. Al igual que El Conjuro, el matrimonio Warren trajo el muñeco de la casa de dos estudiantes que pidieron su ayuda.
Cuentan que casi tuvieron un accidente en el camino de regreso y que encontraron el muñeco levitando y en diferentes partes de la casa cuando lo llevaron al museo. La solución fue encerrar a Annabelle en una caja de vidrio y madera, donde permanece hasta el día de hoy.
El año pasado, el yerno del matrimonio, uno de los responsables de cuidar el museo, demostró que, antes de mover el muñeco, rezan una oración y utilizan agua bendita y guantes.
Uno de los casos relacionados con el muñeco es que una pareja incrédula visitó el museo, se rió de la historia y golpeó el cristal a modo de provocación. Poco después se vieron involucrados en un accidente de moto que acabó con la vida del niño.
No podemos decir que el muñeco sea verdaderamente demoníaco, pero sí sabemos que su aspecto es mucho menos macabro que el de las películas. La Annabelle de la vida real tiene partes de peluche y es mucho más colorida, pareciendo realmente un juguete infantil inofensivo.
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